27/3/15

¿Y Dios?

PD6: A raíz de lo ocurrido en el siniestro del avión en los Alpes, te copio esto que me ha gustado y te recuerdo que más que pasarte horas con el morbo del accidente, se pueden emplear en rezar por los muertos inocentes y sus familias:

¿Dónde está Dios?

Sí, en el mundo hay tragedias todos los días y a todas horas. La globalización nos las acerca más que nunca; las conocemos al instante. Y todos nos preguntamos muchas veces dónde está Dios, por qué no evita las muertes de los inocentes, los millones de niños abortados o esclavizados, las mujeres maltratadas…

Seguro que no quieres que te responda con un confuso tratado teológico sobre el sentido del dolor. Pero quizá te ayude, como me ayudó a mí, el recuerdo de una pintura de Brueghel el Viejo que se conserva en Viena. Se titula "Jesús con la Cruz a cuestas". Lo curioso de este cuadro es que uno tarda en descubrir dónde está Jesús. Sólo ve una larga y abigarrada procesión de gentes de todas las edades y clases sociales. Hay una mujer que grita dando a luz, un hombre asaltado por bandidos, algún moribundo… En definitiva, un retablo terrible de sufrimientos de todo tipo.  También aparece Jesús, desde luego; pero como un personaje más de la escena, con su dolor a cuestas en forma de cruz.

Yo creo entender lo que pretendía transmitirnos el artista con este cuadro. Cuando preguntamos al Señor por el sentido del dolor, aparentemente calla, pero toma su cruz y se pone a nuestro lado en silencio. Y, desde que murió por nosotros, todo hombre o mujer que sufre, quiera o no quiera, tendrá siempre como compañero de sufrimiento al mismo Dios Encarnado.

Habrá quien no lo entienda, quien blasfeme o exija a Dios que dé la cara y hable más claro. A mí me resulta evidente que, si Dios no existiera, entonces sí que este mundo sería absurdo, un sinsentido en el que cualquier violencia sería lícita. Pero por fortuna hay un Dios, un Juicio y una vida Eterna, y ese Jesús que nos acompaña con la Cruz a cuestas nos señala el camino.

26/3/15

¿Por qué confesarse?

PD1: Ahora que se va terminando la Cuaresma, te animo a que pases por el confesionario…

Confesarnos, ¿por qué?

“El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos el perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, es un don del Espíritu Santo, que nos llena con el lavado de la misericordia y de la gracia que fluye incesantemente desde el corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado.” Papa Francisco, Audiencia 19/02/2014

1. Confesarnos, ¿por qué?

La Confesión es un sacramento instituido por Jesucristo para perdonar los pecados, cuando dijo a sus apóstoles: “A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes retengáis los pecados, les serán retenidos.” Jn, 20,23.
Porque la vida nueva que nos fue dada por Él en el bautismo puede debilitarse y perderse a causa del pecado. Por ello, Cristo ha querido que la Iglesia continuase su obra de curación y de salvación mediante este sacramento. 
Por la absolución sacramental del sacerdote, que actúa en nombre de Cristo, Dios concede al penitente el perdón y la paz, recupera la gracia por la que vive como hijo de Dios y puede llegar al cielo, la felicidad eterna.
Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1420-1421; 1426; 1446.

2.¿Qué es el pecado?

El pecado es una falta contra el amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. San Agustín lo ha definido como el “amor de sí hasta el desprecio de Dios”. Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cfr. Flp 2, 6-9).
Los pecados se distinguen según su gravedad en mortal y venial. El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior. El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.
Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: una acción que tiene como objeto una materia grave, cometida con pleno conocimiento (plena conciencia) y deliberado consentimiento.
La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.
Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento. El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas temporales. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. 
Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1849-1864.

3. ¿Qué se necesita para una buena Confesión?

Para hacer una buena Confesión es necesario: un diligente examen de conciencia de los pecados cometidos desde la última Confesión; la contrición o arrepentimiento; la confesión, o la acusación de los pecados hecha delante del sacerdote y la satisfacción o penitencia impuesta por el confesor al penitente para reparar el daño causado por el pecado.
Para hacer el examen de conciencia ayuda repasar los pecados cometidos desde la última confesión a la luz de los diez mandamientos, del Sermón de la montaña y las enseñanzas apostólicas.
La contrición consiste en el dolor y la detestación del pecado cometido, porque es una ofensa a Dios y a los demás, e incluye el deseo de no volver a pecar. 
Por la confesión o acusación el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia. Se deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos, pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos.

La confesión de todos los pecados cometidos manifiesta la verdadera contrición y el anhelo de la misericordia divina. Es como cuando enfermo deja ver su llaga al médico para que le cure.
La satisfacción o penitencia. Si los pecados causan daño al prójimo, es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó. Liberado del pecado, el pecador debe todavía recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe hacer algo más para reparar sus pecados: debe "satisfacer" de manera apropiada o "expiar" sus pecados del modo que indique el confesor. 
Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1451; 1455; 1456; 1459

4. ¿Porqué pedir perdón a un hombre y no directamente a Dios? 

Sólo Dios perdona los pecados (cfr. Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra" (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: "Tus pecados están perdonados" (Mc 2,5; Lc 7,48). 

Jesús, en virtud de su autoridad divina, confiere este poder a apóstoles (cfr. Jn 20,21-23) y a sus sucesores, los sacerdotes, para que lo ejerzan en su nombre. Cristo quiso que la Iglesia fuera el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Y confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico. Por eso el sacerdote al confesar actúan "en nombre de Cristo", y "es Dios mismo" quien, a través de él nos dice: "Dejaos reconciliar con Dios" (Cfr. 2 Co 5,20). 
Catecismo de la Iglesia Católica, 1441-1442

5. ¿Con qué frecuencia hay que confesarse?

Santo Padre durante la JMJ en Brasil 2013

Él nunca se cansa de perdonar, pero nosotros a veces nos cansamos de pedir perdón. Papa Francisco, Ángelus 17 de marzo 2014
Todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar al menos una vez al año. Además quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave no puede comulgar, sin acudir antes a la confesión sacramental. Además, la Iglesia recomienda vivamente la confesión habitual de los pecados veniales, porque ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu.
La llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Se trata de una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que recibe en su propio seno a los pecadores y que siendo santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación (cfr. LG 8). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del "corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y movido por la gracia (cfr. Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cfr. 1 Jn 4,10). 
El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola del hijo pródigo, cuyo centro es el padre misericordioso (cfr. Lc 15,11-24). La fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo, que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza. 
Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1428; 1439; 1457

25/3/15

el sentido del pecado

PD2: Parte de la cultura actual tiende a borrar el sentido del pecado… Perder la conciencia de pecado comporta una cierta superficialidad en la forma de comprender el amor de Dios, se pierde la imagen de Dios. ¿Qué es Dios? Nadie se lo pregunta, nadie piensa en Él…Para muchos, es ya inimaginable que un acto humano pueda ofender a Dios; apenas se le ocurre a nadie buscar las causas de los males del mundo y de nuestra existencia en el pecado. Resultan iluminadoras unas palabras de Benedicto XVI: «Si nos preguntamos: ¿Por qué la Cruz?, la respuesta es: Porque existe el pecado»… Y ante el pecado, la única solución: el arrepentimiento, confesión y expiación, la vuelta a encontrar la alegría de la Gracia…

24/3/15

¡lucha!

PD2: Vive el que lucha contra las tentaciones. Muere el que se deja arrastrar por ellas. ¡Señor, dame la santa rebeldía!

22/3/15

Perdonar y olvidar.

PD5: Cuando Dios nos perdona, olvida los pecados cometidos. Es la esencia de su misericordia. Cuando nosotros perdonamos, qué cantidad de veces nos quedamos con ese resquemor en el corazón…, no deberíamos, tendríamos que olvidar la ofensa que nos hicieron y ver si no fuimos nosotros los que ofendimos primero. Hay que aprender a perdonar al prójimo de verdad. Perdonar y olvidar…

20/3/15

Providencia

PD6: Esperanza es confiar en Dios, no es tener confianza en el día de mañana, saber que nos provee y nos mima cada día. No debemos estar siempre inquietos por el día de mañana…

Como decía Víctor Hugo:

"¡Oh! ¡Mañana es la gran cosa! ¿De qué estará hecho el mañana?"

Pues no es eso, es el hoy lo más importante. Cumplir con el deber de hoy, y no estar pendiente del mañana.

¡Qué bueno es Dios que nos tiene escondido el porvenir!

Dios nos dará nuevas fuerzas para las dificultades del mañana. No podemos dejarlo todo amarrado para el mañana, ya que siempre habrá algo imprevisto… Hay que confiar en la Providencia de Dios y no obsesionarnos con que lo que hacemos, no lo hacemos con nuestras fuerzas, sino que siempre es Dios quien actúa…

18/3/15

¿te motiva el trabajo?

PD3: Lo más importante que tenemos en nuestra vida es el trabajo. Con él nos podemos santificar, ofreciéndolo, convirtiéndolo en oración, tratando de hacerlo con mucha perfección, cuidando los detalles que no se notan…

Si el trabajo no te hace saltar de la cama es que es hora de pensar en cambiarlo…

17/3/15

cada vida importa...

PD2: ¿Es que hay alguien que no sepa que el aborto provocado es un homicidio? Raros los tiempos éstos en que es necesario demostrar lo evidente.

El pasado sábado asistimos mi mujer y las niñas a manifestarnos a favor de la vida. No fuimos muchos ya que los políticos no están por la labor. Allá ellos y sus conciencias. Lo único que nos queda es rezar por los que no dejan nacer, por sus padres, por los médicos, por los políticos que lo autorizan, sabedores que en unos años se hablará del genocidio de estos días.

16/3/15

es obsesivo...

PD4: La obsesión por la fama, pura vanidad: No te empeñes en ser conocido, sino en ser alguien que valga la pena conocer.

13/3/15

personas íntegras

PD7: Integridad, es lo único que pido de la gente que me rodeo, que sean honrados y honestos, íntegros, cabales…, que te puedas fiar de ellos, que puedas poner la mano en el fuego por ellos. Y esa integridad se consigue cuando te ven y cuando no te ven…
Aquél que en privado se comporta diferente de cómo se comporta en público es un falso…

12/3/15

la figura del padre en la educación de los hijos

PD2: El Papa explicó por qué la palabra “padre” tiene un valor especial para los cristianos. Pero también es “una palabra conocida por todos, una palabra universal”, pues “indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la historia del hombre”.
Hoy, sin embargo, la figura del padre está más desvaída, e incluso se ha llegado a decir que estamos en una “sociedad sin padres”. En la cultura occidental, la ausencia del padre “se percibió como una liberación: liberación del padre-patrón, del padre como representante de la ley que se impone desde fuera”.
El rechazo hacia el padre obedecía al “autoritarismo” que reinaba en algunos hogares: “padres que trataban a sus hijos como siervos”, porque “no les ayudaban a seguir su camino con libertad”, ni tampoco “les ayudaban a asumir las propias responsabilidades para construir su futuro y el de la sociedad”.
Pero si el autoritarismo sobreprotector “no es una actitud buena”, tampoco lo es su contrario. “Como sucede con frecuencia, se pasa de un extremo a otro. El problema de nuestros días no parece ser ya tanto la presencia entrometida de los padres, sino más bien su ausencia, el hecho de no estar presentes”.
El Papa advierte que la ausencia del padre “produce lagunas y heridas que pueden ser incluso muy graves. Y, en efecto, las desviaciones de los niños y adolescentes pueden darse, en buena parte, por esta ausencia, por la carencia de ejemplos y de guías autorizados en su vida de todos los días, por la carencia de cercanía, la carencia de amor por parte de los padres”.
Junto a la ausencia física, ligada a la crisis actual de la familia, hay otras formas más cotidianas de ausentarse del hogar: “Los padres están algunas veces tan concentrados en sí mismos y en su trabajo, y a veces en sus propias realizaciones individuales, que olvidan incluso a la familia”.
Otras veces “no se comportan como padres, no dialogan con sus hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a los hijos, con su ejemplo acompañado por las palabras, los principios, los valores, las reglas de vida que necesitan tanto como el pan”.
También puede ocurrir que los padres “no sepan muy bien cuál es el sitio que ocupan en la familia y cómo educar a los hijos”. Y entonces el riesgo es retirarse, “tal vez refugiándose en una cierta relación ‘de igual a igual’ con sus hijos. Es verdad que tú debes ser ‘compañero’ de tu hijo, pero sin olvidar que tú eres el padre. Si te comportas solo como un compañero de tu hijo, esto no le hará bien”.
En todos estos casos, los niños y los jóvenes se quedan “huérfanos de maestros de quien fiarse, huérfanos de ideales que caldeen el corazón, huérfanos de valores y de esperanzas que los sostengan cada día”.
Sigue el Papa: “Toda familia necesita un padre. Un padre que no se vanaglorie de que su hijo sea como él, sino que se alegre de que aprenda la rectitud y la sensatez, que es lo que cuenta en la vida. Esto será la mejor herencia que podrá transmitir al hijo, y se sentirá henchido de gozo cuando vea que la ha recibido y aprovechado”.
En la transmisión de esa herencia, el padre tiene la misión de “enseñar lo que el hijo aún no sabe, corregir los errores que aún no ve, orientar su corazón, protegerlo en el desánimo y la dificultad. Todo ello con cercanía, con dulzura y con una firmeza que no humilla”.
En la educación de los hijos surgen tensiones, porque a veces no es fácil conciliar el cariño y la disciplina. Pero aquí el error sería quitarse de en medio. “Para ser un buen padre, lo primero es estar presente en la familia, compartir los gozos y las penas con la mujer, acompañar a los chicos a medida que van creciendo”.
Ilustró esta idea con la parábola del hijo pródigo: “Nos muestra al padre que espera a la puerta de casa el retorno del hijo que se equivocó Sabe esperar, sabe perdonar, sabe corregir. También hoy los hijos, al volver a casa con sus fracasos, necesitan a un padre que los espere, los proteja, los anime y les enseñe cómo seguir por el buen camino”

11/3/15

¿precio o valor?

PD4: Actualmente solo se le da importancia a lo que cuesta dinero. Solo se aprecia aquello que tiene precio y a más precio más aprecio. Pero hay en nuestra sociedad muchas cosas que tienen un gran valor y no tienen precio. La confusión entre valor y precio está llevando a muchas personas a vivir una vida tremendamente aburrida y vacía. Sin embargo, lo que todo ser humano admira son cosas que teniendo mucho valor, no tienen precio. Probablemente es de lo que más orgullosos nos sentimos en nuestra vida. Aquello que nos enseñaron y ha sido el norte de nuestra vida. Eso genera un orgullo personal, de familia. Pero se van perdiendo. No cedas, recuerda lo que te enseñaron tus padres cuando eras joven.

10/3/15

corrige

PD3: Si podemos, hay que corregir, hay que intentar ayudar al que no sabe o yerra... A mis hijos en su proceso de aprendizaje, a mis familiares y amigos, porque es una obligación, porque no te puedes quedar callado… Pero esa finura, esa delicadeza, ese saber decir las cosas sin caer pesado, sin herir los sentimientos, eso es muy difícil. No hay que corregir en caliente, hay que meditar cómo decir las cosas, y pedir mucha ayuda a Dios… Y no hay que criticar, una corrección no es una crítica. Aunque casi nunca el corregido le gusta serlo, a nadie nos gusta que venga otro a decirnos que nos equivocamos… Humildad pues.

9/3/15

no es un momento... es un empeño

PD3: Ser cristiano es no cansarse nunca de estar empezando siempre...

6/3/15

no más mentiras...

PD5: Nos acostumbramos a que nos mientan y esto no es bueno. El mundo es una pura mentira. Nos mienten los políticos, los bancos, nos engaña la publicidad, las técnicas de venta, nos engañan los que más queremos, por mor de no hacernos daño… No, por favor, no más mentiras. Decirme siempre la verdad; estoy harto del engaño continuado, como si fuéramos niños pequeños que no se les puede decir la verdad para no asustarles… Si esto es lo peor que se le pueda hacer a un joven, mentirle. Yo no quiero más mentiras, ni siquiera quiero que me engañéis cuando el médico diga que me voy a morir pronto. Sería injusto, ya que no me podría preparar para mi muerte. Siempre con la verdad por delante… Si me vas a decir mentiras, no me hables político, no me hables banquero, no me hables teletonta, no me hables mujer mía…

5/3/15

recomenzar cada día...

PD3: Ser un buen cristiano, ser una buena persona, la santidad, no consiste en no pecar nunca, sino en el deseo de recomenzar y de pedir perdón. Cada día es un nuevo día, donde se puede empezar a amar. Y estos días que estamos son los mejores para pedir perdón, para hacer una buena confesión. Recuerda: Es Dios el que nos perdona, no el cura…

4/3/15

el perdón

PD7: Este joven sacerdote, Mike Schmitz, lo tiene claro: El confesionario es el lugar más alegre, humilde e inspirador del mundo. En él, veo actuar la preciosa misericordia de Dios, el poder transformador de su amor, y me recuerda qué bueno es Dios. Solemos intentar impresionar a los demás en muchas cosas de nuestra vida, pero la Confesión es un lugar donde no tenemos que impresionar a los demás. En el confesionario, el deseo de dar la talla muere. En la Confesión, encontramos a Jesús que nos recuerda: Eres digno de que yo muera por ti… incluso en tus pecados. Cada vez que alguien viene a confesarse, veo a una persona que es profundamente amada por Dios, y eso es todo lo que cuenta.

3/3/15

enfadados

PD6: ¿POR QUÉ GRITAMOS?

Un día el sacerdote preguntó a su congregación lo siguiente:

-¿Por qué la gente grita cuando está enfadada?

-Porque perdemos la calma, dijo uno, por eso gritamos.

-Pero ¿Por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? preguntó el sacerdote. ¿No es posible decir lo mismo sin gritar?

Los asistentes dieron algunas respuestas.

Finalmente él explicó: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego preguntó: ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.

El sacerdote continuó. Cuando se enamoran más aún, ¿Qué sucede? No hablan, sólo susurran, finalmente no necesitan ni susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así de cerca están dos personas cuando se aman.

Luego dijo:

“Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, no sea que la distancia llegue a ser tanta que no encuentren el camino de regreso”.

2/3/15

hay que tener hermanos...

PD2: "Tener un hermano que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible", ha dicho el Papa Francisco. ¡Qué pena la cantidad de familias que, con la crisis, con el ambiente egoísta que hay, se contentan con el hijo único…!

Y tener más de uno es todavía mejor… Yo recomiendo 9.